viernes, 25 de diciembre de 2009

The Sopranos - Don't stop believing

Escribe: Roberto

Pocas, muy pocas veces una película ha conseguido tanto. Muy pocas veces, el último minuto de una película me ha dejado tan trastocado, tan hipnotizado, tan cautivado, tan perdido… Muy pocas veces una película ha conseguido que me quede días dándole vueltas y vueltas al asunto, como si de pronto fuera consciente de haber presenciado algo inmenso, intangible pero que podemos tocar con la punta de los dedos.

Y es que, en realidad, todo esto no lo ha conseguido una película, sino una serie de televisión. Mejor dicho, "la serie de televisión". Pero como dice Carlos Boyero, esa joya de la HBO creada por David Chase llamada Los Soprano es, en realidad, una película de 4300 minutos. Él incluso asegura que es una de las 10 mejores películas de la historia. Yo no voy a entrar en listas esta vez. Sólo diré que sin duda Los Soprano es verdadero Cine, en letras mayúsculas.

Al presenciar el último episodio de esta familia que ha acompañado a la mía durante tantos años me he quedado vacío, aunque, por otra parte, sé que algo se ha quedado dentro de mí y que ya no se irá nunca.

Como una buena novela, como una mala chica.

Que nadie se confunda, no estamos hablando una simple serie de mafiosos. Es una obra mayor sobre América. Sobre la violencia, la complejidad del ser humano, el matrimonio, la paternidad, los lazos sentimentales, las raíces, el poder, el amor y, por encima de todo, la familia. Sobre esas personas unidas por lazos de sangre que conviven bajo un mismo techo y que pasan las Navidades juntos.

Ver Los Soprano no es cualquier cosa, es una experiencia única e irrepetible. Por supuesto, no desvelaré nada sobre el final que ha sido tan controvertido. Sólo diré que me ha parecido un cierre magistral para esta obra de arte. La última temporada contiene nueve capítulos, nueve obras maestras. La última escena, es más emocionante que el 90 por ciento de películas que podemos ver en los cines.

Supongo que vosotros también lo necesitáis… O quizá no, quizás tengáis suficientes paraguas en la vida real como para no mojaros cuando llueve. Pero me temo que no. Me temo que, como a todos, a veces se os rompen las malditas varillas. No os preocupéis, conozco un refugio en el que te puedes quedar siempre que quieras. Allí no llueve, ni cobran entrada.

Pasad adentro, poneos cómodos.

Allí veréis al boss Tony Soprano. Si está de buenas os llevará al Bada Bing a ver a las chicas, si está de malas os volará la tapa de los sesos; pero no le tengais miedo si le tenéis respeto. A su lado estará Carmela, si os mira con mala cara hacedle un buen regalo, os dará el mejor provolone italiano. Si queréis gente más joven iros con A.J. a su coche, habrá un disco de Bob Dylan. Si Meadow aún no ha llegado tened paciencia, que es buena chica, aunque para aparcar necesite tres intentos.

Os esperan noches legendarias a su lado. Si nunca habéis entrado estarán encantados de recibiros. Si como yo, ya habéis estado por allí, siempre tendréis una puerta abierta y siempre la querréis volver a abrir.

Si es de noche (los refugios se suelen necesitar cuando ya se ha puesto el sol ahí fuera) y no véis con claridad, agudizad el oido, estará sonando Don't stop believing, de Journey.

Joder, muchachos, se os van a poner los pelos de punta, ya lo veréis.

Eso sí (no les contéis que os lo he dicho, este tema les pone un poco nerviosos), tened cuidado, porque en ese refugio, como en todos lados, las cosas llegan de repente y ni si quiera las oyes cuando pasan.

Ah, y si no habéis cenado y queréis picar algo pedid aros de cebolla.

Tienen los mejores del Estado.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

25 mujeres... 50 tetas




No iba a decir mucho más de todo esto. No es que mi tiempo valga más que eso, ni mucho menos, es tarde pero el sueño y la cama están muy lejos. Pero sé que ahora, que aún tengo en la retina los títulos de crédito que fundieron a negro, puedo contarles lo que un espectador medianamente cuerdo podría decirles: "Siete euros menos y un bolsillo vacío".

Una vez me dijo un amigo, que ya no vive muy cerca de aquí, que uno y uno son dos. Que dos, son los senos que porta una mujer y que conviven con ella el resto de su vida si el bisturí lo permite. Que ese par, si son tetas, es una mujer y que veinticinco si son mujeres suman cincuenta. Nunca rebatí tal afirmación. Era lógico, coherente, incluso formal si uno lo piensa dos veces. Al fin y al cabo, sólo nos quedan dos manos. Sin alejarme demasiado del concepto, pidiendo disculpas a desmano por lo que de machista tiene la pura lógica aristotélica, afirmamos que lo claro es claro y lo que no está claro pues no está claro. Si hablamos de gracia, o la tiene porque te toca alguna fibra o definitivamente no la tiene. Creo haber encontrado algo que no la tiene: Spanish Movie.

David Orea
24-12-2009

Una des-gracia.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Bacalao y Centollos. Muros y Rejas.

espacio
Escribe: David

Nota a pie de nada: Si estás agonizando, no te recomiendo que pierdas tu tiempo leyendo esto, no será nunca lo mejor que has leído, si acabas de nacer no aprendas a leer para entender esto, si estás en la adolescencia, emborráchate y pasa de estas líneas pero no te metas en otras más peligrosas. Si ya eres adulto y te preocupa tu hipoteca, tampoco será imprescindible para convencer a tu banco de que te de más tiempo… Si estás atrapado no te dará la llave de nada. Para todos los demás:

“El Concepto es el concepto. Y como te digo una cosa te digo la otra”. Sé, que por estas líneas, recibiré críticas por mi crítica. Pero qué le vamos a hacer. Después de meses en el dique seco vuelvo al blog no sin antes pedir disculpas por mi ausencia. Un disco, una mujer y ningún revolver después de todo y por alusiones a Roberto…

El otro día, tuve un accidente, nada grave, no se preocupen. Me estrellé contra el Airbag y no pasó nada. Quiero decir y sin utilizar una manida metáfora, que tuve una revelación gracias a aquella película, llamada como el famoso sistema de seguridad y firmada por el mismo Juanma Bajo Ulloa. Voy a serles francos, no he visto nada más de ese señor. No por el sabor de boca que me dejó la cinta estrenada en 1996 y que tuvo una excelente acogida por el público y una exacerbada crítica por parte de los llamados expertos-gurús-cahieristas-cinematocultos-del-séptimos-arte, no, no es por eso, sino porque simple y llanamente no conocía nada más suyo y no hice intención de buscarlo. Ahora y sin el complejo de aquellos años que no son tan lejanos, compruebo como dos de los tabloides más importantes de los medios de comunicación nacional, El Pais y El Mundo, coinciden por primera y última vez en sus contenidos: “mala”. Taxativamente mala según Carlos Boyero (el del poco serio: “El Mundo”) y Ángel Fernández Santos (el del menos serio: “El país”). Y yo, que escribo cuando puedo en este blog (el menos serio de todos, se lo digo en serio), me sumo a la acogida del público general, que se va sonriendo y sin pensar a la salida del cine. Aunque bien es cierto que la he visto en DVD y no hace demasiado tiempo. Y a ustedes qué carajo le importa ahora una película del 1996, ¿verdad? Pues bien, he de decirles que no se equivocan, no tiene absolutamente nada que ver con lo que voy a contar a continuación. Simplemente diré, una vez, más que me divertí mucho con Karra Elejalde, Fernando Guillén Cuervo, Alberto San Juan y, los que para mi gusto, fueron los ejes y pilares de la película: Karlos Arguiñano y Manuel Manquiña. Merluza a la Vasca contra Centollo Gallego: con dos cojones. Creo que ya es mucho decir, a día de hoy, contando que una película te ha hecho reír y olvidar.

Y, como siempre se necesita un nexo con lo siguiente que se va a contar, un hilo de Ariadna que seguir para no perderse en este mal llamado laberinto, que no es más que el caos en el que nos vemos sumidos y el fino abismo que separa una idiotez de una tontería, diré, que lo único en común que tiene lo que he dicho y lo que voy a decir es que juraron la misma bandera. Bajo la patria, también mal llamada España se han parido estos dos filmes. En una esquina Airbag, en la otra, Celda 211. Ojalá que el árbitro permita llegar a los puntos… Sino una de las dos caerá malherida.

Celda 211. Veamos… ¿Puedo empezar por el final? No por el de la película, claro está, eso tendrás que descubrirlo. De hecho, deberías salir de tu hogar en estos momentos y ocupar una butaca del cine. No te la bajes por Dios, no te la bajes…

Pues el final del que te hablo es el comienzo de mi historia al salir de la sala de proyección. Un centro comercial atestado a última hora de domingo deja paso al desconcierto y al silencio de un parking subterráneo. Columnas, luces de fondo, y más columnas de frío hormigón que chocan desde la distancia unas con otras. Recorres la inmensa estancia y convives con el eco de tus pasos y las columnas continúan convergiendo y dibujando extrañas configuraciones en la que unas se esconden detrás de otras y esas otras aparecen y emergen y no dejan de moverse estando quietas. Llego al coche. Y ya dentro arranco el motor y desparezco. He conseguido librar la primera de las puertas. Pero todavía no he salido de la celda. Tengo un problema: me acabo de hacer amigo del carcelero y, créeme, es un mal negocio.

Volviendo al principio, cuando se apagan las luces del cine, acaban los trailers y comienza el rugir de los voraces palomitóvoros, algo empieza a gritar en silencio. El primer plano sobrecogedor de Celda 211, con un público entregado al tétrico zumbido de un altavoz mudo, nos dibuja a un preso ultimando los detalles de su despedida del mundo. Un mechero y un cigarrillo hacen las veces de horca, guillotina y afilado cuchillo. Las venas, autopistas de una sangre envenenada, empiezan a derrumbarse, se abren y todo aquello empieza a derramarse sobre un desvencijado lavabo que recoge lo que su portador anda despreciando desde hace un tiempo. La vida se escapa por una tubería de una cárcel cualquiera y termina enterrada entre los despojos de todos y cada uno de sus habitantes. Allá donde confluye el miedo, las lágrimas, el odio, el pan y las ayunas, los días de vis a vis, y todo ello, bajo la corriente que algún día llegará lejos de las fronteras del muro del presidio. Dije que terminaría de una vez con las metáforas o con la intención de crearlas, pero bueno, para ser más claros, su sangre quedó allí bajo el dominio de una cañería que pronto desembocaría en algo mejor que aquello. Y creo que con eso, ha superado a “2012”, “Luna Nueva” y, aunque me duela, la anterior “Airbag”.

Ni que decir que, después de minuto y medio de secuencia, todo lo demás fue hilándose, maquinalmente hasta convertir esta película (probablemente lo mejor que se ha hecho este año a nivel nacional), en algo digno de ser visto, al menos, una vez. Luego, todo lo demás, la dirección de Daniel Monzón, del que si que buscaré mucho más (no se me ofenda Bajo Ulloa) un auténtico espectáculo de versatilidad y dominio de la escena, los tiempos y la perspectiva del filme.
Además de la figura del director, que consigue algo sobradamente exquisito, que es pasar totalmente desapercibido durante la dos horas de metraje sin tomarse ninguna licencia y respetando al cine con mayúsculas y la regla de los clásicos directores del género hay que añadirle el rostro y protagonista a la historia; Mala Madre, interpretado por Luís Tosar. Impresionante. Sin pestañear afirmo que resulta sobrecogedora la interpretación de este gigante que ya nos sorprendió en Los Lunes al sol entre otras.

Carlos Boyero, que curiosamente trabaja ahora para El País, afirma que se trata de “Una de las mejores películas que ha hecho el cine español en mucho tiempo”. Sirva como juez a pie de ring.
Poco más he de decir al respecto, id a verla y disfrutar de la libertad entre rejas al menos durante dos horas. Y recordad, que, cuando una reja separa dos límites y a cada lado se encuentra una persona, cada uno de ellos es carcelero...pero, irremediablemente, también se convierte en preso.

David Orea Arribas
16-12-2009
Con la condicional.

domingo, 29 de noviembre de 2009

El secreto de nuestros ojos

espacio
Escribe: Roberto

Hay algo fundamental en las películas que he aprendido hace poco: es tan esencial que el protagonista tenga un deseo como que tenga alguna posibilidad de conseguirlo. Es la única manera de que nos identifiquemos con el personaje, de que realicemos el viaje de su lado. Si no, nos quedamos fuera.

Es como un partido de fútbol. Si uno de los rivales pierde por 3-0 al minuto 15 el partido está muerto; porque ya no hay inquietud. Es decir, ya no hay nada. Podemos dedicarnos a atender otros aspectos: el buen juego de un equipo, la calidad de un jugador, los cambios del entrenador… pero lo importante, la emoción, la expectativa, ya no existe.

Ese es el principal handicap de “Paranormal Activity”. Una película escrita y dirigida por el debutante Oren Peli, de escaso presupuesto y que se ha convertido en un fenómeno de masas en todo el mundo. Destaca por una ingeniosa y barata concepción formal, en la que todo lo que vemos es grabado por uno de los dos protagonistas.

La película tiene un argumento muy claro: una pareja de jóvenes pijos sospechan que ocurren fenómenos paranormales amenazantes en su mansión mientras están dormidos. El chico tiene una idea: comprar una cámara para poder grabar la habitación mientras duermen y así ver, por la mañana, qué demonios ocurre mientras ellos se entregan al sueño. Bien. El problema es el siguiente: la primera noche ya consiguen lo que se proponían: graban pruebas claras de que algo extraño sucede en casa. El fantasma empieza a mosquearse y de hacer pequeñas travesuras con la puerta pasa a atentar contra los protagonistas. Ahí sería evidente el nuevo deseo de la pareja: quitarse al fantasma de encima. Y una vez que el fantasma se pone todavía más peligroso el deseo debería ser todavía más claro: sobrevivir. Pero no ocurre nada de esto. La pareja espera al fantasma como un joven marido a su suegra en la comida del dmingo: con total resignación.

Cada noche los protagonistas dejan la cámara grabando, apagan la luz y se ponen a dormir. Comienzan a sonar efectos de sonido por si hay algún imbécil en la sala que no se da cuenta de que (como cada noche desde que empezó la película) ahora viene el susto. El fantasma llega, hace sus cosas cada vez más peligrosas, ellos se asustan, dicen: “me cago en la leche, este fantasma no nos deja tranquilos”; el chaval (al que en realidad estás deseando que el fantasma lo mate de una vez) le dice algo al espectro del tipo: “te vas a enteras cuando te pille, hijo de puta”, amanece, se lamentan de su suerte, pasa el día y…. ¡¡¡¡se vuelven a dormir!!!! Con dos cojones.

Es decir, no hacen nada para intentar escapar del fantasma, o atacarlo, o algo. Nada. Y el espectador los mira desde fuera sin conexón emocional alguna, porque no hay identificación, porque no hay expectativa. La película la domina el fantasma y lo único que le queda a los personajes y a nosotros mismos es esperar el susto y ponernos a dormir de nuevo.

Como he dicho antes, si esto fuera un partido y viendo que la emoción está perdida, comenzarías a atender otros detalles. En algunas películas que también sufren esta falta de identificación (en ocasiones justificadas porque premeditadamente juegan a ese juego), hay otros elementos que hacen que la cosa, aunque sea fría, al menos merezca en algo la pena. La música, la fotografía, los actores… algo. Pero aquí no hay nada a lo que mirar mientras la ves. Sólo una sarta de estupidez y sinsentidos que no merece la pena detallar (destaca la absolutamente ridícula escena del crucifijo para propiciar el previsible final).

Por otra parte, la idea de grabar todo desde la cámara del protagonista pronto se descubre artificiosa y boba. En este sentido y, por cercanía temática y temporal, podríamos hablar de REC. Una película eficaz, muy bien realizada, emocionante dentro de sus limitaciones (de los que la propia película es consciente) y que consigue lo que se propone: ser, ni más ni menos, una buena película dentro del género.

No entiendo como "Paranormal Activity" ha funcionado tan bien y, aún menos, como algunos críticos la han ponderado de forma considerablemente positivia. En mi opinión, la película demuestra que la conexión con el espectador depende más de un buen guión que de una cámara subjetiva que no deja de moverse.

Para acabar quisiera referirme escuetamente a otras películas que he visto últimamente y que sí merecen la pena.

La primera de ellas (aún en cartel) es la última del director argentino Juan José Campanella (“El hijo de la novia”, “El mismo amor la misma lluvia”). “El secreto de sus ojos” es una película estupenda. Una obra realmente importante, de las que dejan huella. Está llena de verdad, de moral, de oscuridad, de actores, de personajes, de humanidad, de cine. Posee un guión maravilloso y una realización espectacular (ojo al impresionante plano secuencia en el campo de fútbol). Y tiene uno de los mejores finales que he visto en mucho tiempo. Una obra mayor que se disfruta mientras se ve y que crece en la memoria con el paso de los días.

¿Por qué me he dedicado a hablar de lo mala que es Paranormal Activity en vez de hablar de lo buena que es "El secreto de sus ojos"? Supongo que porque todo lo que tengo que decir sobre ella cabe en un consejo: id a verla.

Por último, otra película a la que me gustaría referirme es “Cosas que hacer en Denver cuando estás muerto”, de Gary Fleder. Es una película de gángsteres de 1996. La cinta tiene grandes lagunas en la historia que son las culpables de que no sea recordada como una película realmente valiosa. Pero a mí me ha gustado mucho verla por distintas razones. Por su tono, por su frescura, por su poesía, por su galería de personajes perdedores, por sus actores (Andy García en uno de sus mejores papeles, Christopher Walken encarnando a un villano memorable, Steve Buscemi como un extraño asesino a sueldo) y por un ángel que sobrevuela el filme llamado Gabrielle Answer.


PD: Escribo estas líneas huyendo de los programas deportivos tras la derrota del Madrid en Barcelona. Hemos perdido a pesar del buen juego, “así son las cosas”, como dice constantemente “Jimmy el Santo” (el personaje de Andy García en "Cosas que hacer en Denver..."). Pero me gustaría añadir algo al respecto: hemos hecho un buen partido, hemos luchado por la victoria y la merecimos a pesar de no haberla conseguido; o lo que es lo mismo, hemos tenido emoción, identificación y expectativa. Fútbol, cine, vida. El secreto de nuestros ojos.

martes, 20 de octubre de 2009

7 directores, 6 mujeres, 2 libros y una pistola


Escribe: Roberto (esto es lo que se llama "apropiación de un blog compartido").

Vamos a hablar un poco de cine, que ya va siendo hora, y dejemos un poco la literatura, ya sea por necesidades del guión o por mera incapacidad. Sea como sea, es lo que toca. Jean-Claude Izzo dice en su estupendo libro “Soleá” que lo que se puede comprender se puede perdonar. Así que espero que entiendan la exagerada extensión de esta entrada, han pasado dos meses…

Malditos Bastardos – Quentin Tarantino


Con las últimas películas de este hombre me viene pasando algo curioso: acaba la proyección y no tengo muy claro si lo que he visto me ha gustado o no, ni si en las últimas dos horas he disfrutado o me he decepcionado. Necesito el paso de los días para que la balanza se vaya inclinando hacia uno de los dos lados.

Con los "Kill Bill" cayó del lado positivo y con "Death Proof" del lado totalmente negativo.

Con "Malditos Bastardos"… el peso se ha quedado en la mitad. No pude evitar la misma sensación que he tenido con las anteriores películas de Quentin: ver a un genio haciendo el bobo, ver a un grande limitándose a contar un chiste que encima no tiene mucha gracia. Como si Zinedine Zidane volviera a los terrenos de juego y se dedicara a jugar al “culete”.

La película tiene cosas que están muy bien y cosas que están muy mal. Los géneros elegidos esta vez por Tarantino podrían ser el Spaghetti Western y la Farsa o el humor absurdo. Y creo que en lo segundo falla estrepitosamente. Y no es que no pueda intentar hacernos reír, es que no tiene ni puta gracia. De este modo, escenas realizadas como muy pocos son capaces, conviven con verdaderas estupideces sin valor ninguno. Todo esto acompañado de una violencia desmedida a la que tampoco le veo mucho sentido. Aún así, hay momentos en los que "no he podido evitar" disfrutar,; algunas escenas están realmente bien.

Quizás, como dicen David y Jandro (a los que sí les ha gustado mucho "Inglorius Basterds"), la gran desgracia de Tarantino es que su segunda película (sin contar el maravilloso guión de Amor a Quemarropa) fue Pulp Fiction. Tocó techo demasiado pronto. Como si la volea de Zidane en la gloriosa noche de Glasgow la hubiese hecho cuando era tan sólo un alevín. Pero, en mi opinión, se le podría perdonar que no fuera capaz de realizar otra película tan brillante, pero lo que es imperdonable es que ya ni siquiera lo intente.

La que me gustó especialmente fue Mélanie Laurent (la gerente del cine -las dos fotos de arriba -) que está verdaderamente creíble y hermosa. (Daniel Brhul también está bien).

Ágora – Alejandro Amenábar


Lo primero que hay que decir es que "Ágora" es una buena película y que su director es un auténtico Director de Cine, así, en mayúsculas. Alguien que sabe lo que se hace y que maneja los elementos del lenguaje cinematográfico de manera inteligente. La película está bien hecha y tiene momentos realmente bellos.

Lo segundo que hay que decir es que es una película un tanto extraña, atípica, y que aunque no dudo que sea voluntario (sospecho que Amenábar sabe de esto bastante más que yo) para mí lastra la cinta y la convierte en una película, en cierto modo, fallida.

Han acusado a "Ágora" (algún crítico lo ha hecho, no así en las miles de entrevistas promocionales, pelotas y edulcoradas que le han hecho a Amenábar estos días y a las que obligará la necesidad de rentabilizar su increíble presupuesto) de falta de emoción. Y creo que es verdad (aunque como ya digo imagino que será algo, más o menos, intencionado, pero para mí también es algo, más o menos, erróneo). La causa de esta falta de emoción me parece que es la ausencia de una trama central que seguir y con la que identificarnos. Su personaje principal carece de una historia que el espectador pueda sentir como propia y así llegar a la emoción. En la película, Hipatia (guapísima Rachel Weisz -foto-) investiga, enseña, estudia…en fin, hace sus cosas, sin involucrar al espectador en ningún conflicto.

Es una película casi divulgativa y por lo tanto exige mucho del espectador. Me extraña que Amenábar, un director tan preocupado siempre por el público y consciente de la necesidad de darle algo con lo que entretenerle, no nos haya dado en esta ocasión ningún palo que morder, ninguna barca por la que navegar el interesantísimo río de Ágora. Quizás la pretensión es que esta barca (esa trama a la que engancharnos) fuese Davo (el esclavo protagonizado por Max Minguella), pero no creo que lo consiga. Aún así, esa ha sido su elección y resulta basante interesante.

Lo que sí está claro es lo que pretende Amenábar: atizar un soberano palo a las religiones en general y a la cristiana en particular. En su libro de conversaciones con Oti Rodríguez Marchante, Amenábar opinaba que un director tiene que tomar partido a la hora abordar un tema en una película, evitar quedarse en territorio neutro aunque sin llegar a caer en el panfleto. Aquí, desde luego, queda clara su idea: la religión es el mayor enemigo de la sabiduría. Cosa que se ha demostrado a lo largo de la historia (y a lo largo de los telediarios). Así, en la película no se habla, por ejemplo, de San Agustín, que si bien fue quien incitó a la lucha armada también destacó por su cultura e inteligencia.

Con todo, Ágora, es una película valiosa y valiente, divulgativa y bella, una “rara avis” en el cine español (a nivel de producción y dirección) e internacional (a nivel de intención divulgativa).

Si la cosa funciona – Woody Allen


La nueva de Allen es la de siempre de Woody. Una película lúcida y divertida. Una vuelta a su querido Manhattan y a sus comedias “made in Allen”. La película se sostiene, en gran medida, gracias a sus dos protagonistas. Por un lado, en el alter ego del director, Larry David. Por otro, la jovencita Evan Rachel Wood -fotos-. El primero funciona perfectamente como sustituo de Allen, aunque yo no puedo evitar imaginarme siempre al verdadero Woody. La segunda llena la película de luz y hace creíble un personaje bastante difícil de creer.

La película tiene un truco bastante interesante: no mostrarnos nunca la relación íntima entre los protagonistas (nunca les vemos dormir juntos), lo que nos hace dudar hasta el desenlace final de si ese viejo culto y amargado verdaderamente ha creído en lo imposible, lo que hace más hermoso su enésimo desengaño (es curioso esa tendencia de los personajes de Allen hacia el suicidio cuando ya están en la última fase de su vida).

El único “pero” que le puedo poner a la película (sabiendo que tampoco hay que darle muchas vueltas: es una simple comedia ligera), es que Allen no intenta comprender a sus personajes sino imponerles su doctrina, llevarlos de un prejuicio a su contrario. No basta con que un hombre paleto y reaccionario de la América profunda crezca como personaje y aprenda algo “del bando liberal”, es que tiene que convertirse, sin preámbulo alguno, en el gay más progre de Nueva York; al igual que su mujer (tan retrógrada como su esposo) no se conforma con abrir su mente, sino también, y de par en par, sus piernas.

REC 2 - Jaume Balagueró y Paco Plaza

REC 2 me pareció igual de divertida que REC 1. Además, ambas, son películas mucho más difíciles de hacer de lo que puede parecer. Consigue lo que intenta: asusta, entretiene, divierte... Bien dirigida y bien interpretada (no es nada facil hacer naturales los personajes de la cinta). Gran aparición de Manuela Velasco -foto-.

Buen y taquillero cine español.

"No dejes de grabar, Pablo; por tu puta madre".

Dos libros y una pistola

Recomendar dos libros maravillosos que me han regalado: “Armas, mujeres y relojes suizos” de Eduardo Torres-Dulce. Y “Sólo para mis ojos”, del maestro José Luís Garci. Ya hablaré más detenidamente de ellos cuando los termine. De momento (sobre todo el de Garci), una auténtica maravilla.

He visto dos películas de esas imprescindibles de las que había prescindido: “Cara de Ángel” (Otto Preminger, 1952) y “Retorno al pasado” (Jacques Tourneur, 1947) . Y sí, son tan maravillosas y perturbadoras como las mujeres que las protagonizan (Jean Simmons -junto a Robert Mitchum, abajo- y Jene Greer -más abajo- ) y como las que protagonizan nuestras vidas.

Acabo con unas palabras de Garci acerca de estas "femme fatale": Para mí, la mejor mujer pantera siempre será Jane Greer, la chica morena de "Retorno al pasado", la que hace que Mitchum y Douglas pierdan la cabeza de la misma forma que nosotros la hemos perdido tantas veces... con apenas gatitas.



Ya lo dijo Godard: Una película es una mujer y una pistola.

Y todas llevan una...

NOTA: A ver si escribe nuestro corresponsal en Londres...

martes, 18 de agosto de 2009

Trastorno bipolar (2)


Escribe: Roberto

Hola a todos, ya que soy el único que se ha quedado de guardia por Madrid, me permito adelantar a Jandro (al que le tocaba escribir y que espero tenga un hueco pronto) y volver a ser yo el que ponga algo por aquí. Y lo hago con unas cuantas líneas de relato-reflexión claramente inspiradas en la literatura de Ray Loriga. Pero bueno, como él mismo dice: "en este oficio hay que elegir con mucho cuidado a quien se plagia".

Ahí va:

Trastorno Bipolar (2)



Llevo toda la tarde escuchando canciones de amor. Ayer, con mis amigos, sólo hablé de amor. Cuando me acuesto y, al no poder dormir, sólo pienso en amor. Maldito sea el dichoso invento que persiste y se pega a la piel por dentro como una garrapata. Al carajo lo mandaba yo sin pensarlo ni un instante, que se vaya adónde le venga en gana y me deje a mí tranquilo.

Y vuelve a sonar otra canción y vuelvo a hablar de lo mismo. Me nubla la vista y me anula el olfato o, mejor dicho, me lo devuelve trastornado. Huelo la desgracia en sus fronteras y, sin embargo, me apresuro a sus trincheras como los soldados en las guerras, llevados más por las banderas que por verdaderas convicciones propias.

Ay, maldito seas tú y tus absurdas estrategias, tus planes que sólo tienen sentido en tu cabeza. Hasta el más tonto y bruto del portal sabe que en estas batallas, la victoria es cosa de dos. Y yo, tan alterado que ando por culpa del amor, me creo capaz de latir por dos corazones. Como si de tanto amar me fuesen a amar a mí. Como si de tanto amor que tengo dentro lo pudiera transportar a otras arterias y otras venas. Como si con mi amor pudiera revivir el amor ajeno, que, por desgracia y a pesar de mi insistencia, ya no me es propio. Aunque lo haya sido.

Y otra noche más a volver a casa derrotado, a no poder dormir y, en vez de desistir, dibujar planos imaginarios, jugadas que, a pesar de la experiencia y de la más que comprobada probabilidad de su derrota las creo, por un instante y para siempre, incapaces de fallar.

Qué lata que me está dando el amor. A veces, cuando me ducho, abro todo lo que puedo el grifo y me acerco la ducha a la piel lo más posible, a ver si se me resbala el amor y se va por el maldito desagüe. Cuando salgo desnudo hacia la cama creo que por fin se ha ido hasta que, sin saber cómo, lo intuyo agazapado en mi pecho y me pongo otra vez con la misma cantinela.

Con esto del amor no hay quien pueda.

¿Pero qué podría hacer yo sin él? ¿Qué iba a ser de mí? Me quedaría mudo y sordo y ciego y tonto. Pues sólo hablo de amor y sólo escucho sus sonidos y sólo veo sus luces de feria y sólo pienso en eso y nada más que en eso. Igual que los helicópteros necesitan la densidad del aire para arrastrarlo con sus hélices, yo necesito que el amor lo cubra todo para pisar en tierra firme.

Y dichoso yo y mi bendito amor y pobres de aquellos y aquellas que en vez de darlo todo por amor se limitan tan sólo a recibirlo, a aceptarlo o rechazarlo como si fueran gerentes de un puerto del que deciden a qué barco permitir el amarre y a cuál no, sin atender a la heroicidad de sus travesías ni a los méritos de sus tripulantes.

Sed misericordiosos con ellos porque ellos no tienen la culpa, pues así es su naturaleza; y pensad por un momento en la magnitud de su desgracia. Que cuando les dejen de dar amor se quedarán sin nada y nosotros nos iremos con nuestro amor a otra parte, buscando nuevos y mejores marcos para los retratos de nuestras obsesiones. O volveremos quizás a la misma persona, y el mismo corazón y la misma sangre, pero ya se habrán dado cuenta de que nosotros y nuestro dichoso amor, tan pesado y tan tonto que es el tío, haremos lo que nuestras propias locuras nos dicten y seremos dueños de nuestros propios errores y los más satisfechos en nuestras victorias.

Que nadie se engañe, es más fácil perseguir que ser perseguido, es más sencillo limitarte a seguir una sombra que decidir tú mismo los pasos a dar. Por eso, no les odiéis, pues son ellos los que tiran los dados mientras nosotros nos limitamos a mover las fichas. Y ellos son los que, en el riesgo que conlleva la valentía de sus movimientos, algún día pueden volver la cabeza y ya no vernos.

Que nosotros ya estaremos a otra guerra, o mejor dicho, a la misma guerra pero en otros frentes, que nuestro amor es nuestro y no queremos otra cosa.

Y no olvidéis nuestra ventaja y su faena: el amor que ellos reciben depende de nosotros y, el que damos nosotros, también.

Están en nuestras manos.

lunes, 27 de julio de 2009

Nueva York para ignorantes




Cuando piensan que eres idiota todo es más sencillo. Es decir, nadie piensa que te estás equivocando, simplemente piensan que eres un idiota. Nada más. Ayer me tocó ser un poco más idiota de lo normal y mi problema no es que nadie pensara por mí y me dijera: "¡eh, chaval! eres un idiota". No, no tiene mucho que ver con terceras personas. Está más cerca de los séptimos. De esa escala que establece un orden ordinal a cualquier tipo de manifestación artística digna de ser ordinalizada. Del siete. No de esos que silban en las ventas si la faena no ha ido como debiera, no, de eso que llaman cine.

16:27 horas de la tarde. Domingo. El sol quema y mucho. Bares que no cierran y cafés ardiendo sobre la barra. Camareros poco habituales que dejan paso al descanso estival de quien, casi durante todo un año, ha compartido la costumbre a la no queremos faltar y la que muy pocas veces suele renunciar a ti. Un café. Da igual que ardan los coches y las fuentes se abarroten de niños comiendo helados que sueñan con cubos y palas llenas de arena. El café siempre te espera. O casi siempre. Dos colegas. Que últimamente, por circunstancias, han fallado a la costumbre (o puede que sea yo) se apuntan a meterse en una apacible sala de cine para pasar la tarde. Quizás la costumbre haya cambiado de barman.

18:15 horas. Minuto 0. Trailers: "Resacón en las Vegas", nos promete las mujeres más deseadas del mundo; el vicio, el deseo, la acción y la aventura. Acto seguido, "Gordos" una película de Daniel Sánchez Arévalo, nos manda de nuevo al barrio. 12.000 kilómetros en medio segundo. Maldecimos a la industria y a las chicas de autostop en camiseta por no dejar ni que adivináramos un trocito de ombligo. Créditos iniciales. "Nueva York para principiantes".

19:55 horas. Créditos finales. De vuelta al bar. A otro bar. Es aún de día. Sigue siendo domingo. Pero soy otra persona. El camarero amablemente me sirve un refresco y charla amigablemente conmigo: "¿Qué tal la película?". Sorbo el refresco pacientemente, paladeo el sabor dulce y el regusto amargo queda en mi garganta. Sacó un cigarrillo. Lo enciendo. Le miro. Me mira. Muevo la cabeza de un lado a otro. Y le digo: "¿Jugamos una diana?", él me responde que sí. Me gana. Le gano. Empatamos. Hay quien sólo gana una sola vez y no le sirve para nada. Me voy del bar.

Cuando llego a casa. No hay nadie. La televisión encendida y poco más. Quedan dos horas para que al menos el fútbol arregle este tedioso domingo. Otro empate. Las estrellas, se estrellan y los de siempre son los de siempre. Y marcan pero empatan. Y empatan pero, de nuevo, sabe a derrota.

Sin cigarrillos. Con el reloj en equilibrio y luchando contra la gravedad para apuntar al número más alto, y las ganas perdidas en el primer sorbo de café, me meto en la cama y cierro los ojos.

0:00 - 7:35. "hoy me soñé al despertar que te follaba sin parar" pero, a alguien se le ha olvidado llamarme idiota...

27 - VII - 2009
David Orea : ¿Qué hora es?

lunes, 29 de junio de 2009

Hacia rutas salvajes


Escribe: Roberto

Ya estoy aquí. Siento el retraso. Quizás los pocos que estabais ya os hayáis marchado. Tampoco importa.

Hace más de un mes que no escribo por aquí en el que han pasado varias cosas. Entre eso y mi tendencia a la dispersión no sé muy bien cómo organizar todo. Vamos a ello.

Entre las muchas estadísticas estúpidas que ofrece la televisión durante un partido de fútbol hay una que me llama bastante la atención. Se trata de una comparación entre el tiempo transcurrido de partido y el tiempo que realmente se ha estado jugando (restando los minutos en los que el balón ha estado parado, en saques de banda, protestas al árbitro, lesión de algún jugador…) Normalmente, de un partido que dura unos 95 minutos se juegan tan sólo 50.

En la vida pasa algo parecido. Existe una gran diferencia entre el tiempo pasado y el tiempo verdaderamente vivido. Una diferencia alarmante muchas veces y que es un leitmotiv de mi generación (llámenla X, Y o “la generación de la mano en los huevos” como la apela David”), los nacidos en la segunda mitad de los 80.

Una buena forma de que el tiempo vivido sea casi el mismo que el tiempo pasado, o lo que es lo mismo, de sentirsnos vivos, es viajando. Preferiblemente hacia rutas salvajes.

Podría hablar…Podría hablar de cómo se pone el sol desde las murallas de Essaouira, de negociar durante una hora y media un collar “para toda la vida” que apenas nos durará unos días, de cenar en el puesto 42 de la plaza Djama Le Fna en Marrakech, de los seis té con menta diarios, de los autobuses, los trenes y los burros, del desierto y las gargantas, de la gente, de la cercanía, de los lazos, de los curtidores de Fez, de extrañas Coreanas que encogen con la lluvia, de viajeras polacas que no paran de reir, de llamadas al rezo, de mujeres mirando al mar infinito desde la roca más alta de Asilah, de piernas de plástico, del tiempo y del espacio, de miseria y de alegría.
De la vida, en definitiva, 14 kilómetros al sur.

Podría hablar de todo esto pero ni yo tengo un diario de viaje ni a vosotros os interesaría abrirlo.

El otro día os decía que la vida es un soldado que antes de preguntar dispara, pues últimamente parece que tiene el gatillo sensible.
Pero ella no contaba con nuestra habilidad para esquivar las balas, ni con esa “estrellita pequeñita pero firme” que por suerte parece que no nos abandona.
Somos chicos fuertes y sabemos apretar los dientes.

Nos haremos colgantes con los casquillos.

Otra cosa más. Actualmente estoy trabajando con la ONG Jóvenes y Desarrollo y hace poco realizamos (con la ayuda de mi fiel escudero David) con los chicos de su "Iniciativa Solidaria" un cortometraje sobre el racismo. En un par de horas y sin guión ni nada parecido ayudé a los chavales a grabar un cortometraje con la idea de la igualdad y con la única pretensión de que tanto los que hicimos el corto (chicos de 15-16 años, servidor aparte) como quien lo vea reflexione sobre el tema 5 minutos. Os lo dejo aquí por si lo queréis ver.
Parece que está funcionando bastante bien ya que se están haciendo eco los medios, el otro día, por ejemplo, apareció el corto en CNN + (nadie entiende muy bien porqué nos ha hecho caso CNN + pero ahí estamos).






Último apunte: "Hacia rutas salvajes" es una película dirigida por Sean Penn que os recomiendo, además de por su calidad porque creo que más de uno se puede sentir identificado. Habla de la historia real de un chaval que al acabar la carrera no sabe que hacer con su vida (ya os dije que os podíais identificar) y decide recorrer Estados Unidos en busca de sí mismo y en busca de, al menos, una verdad. Una verdad que no os voy a destripar pero que tiene bastante que ver con una frase de Fernando Sánchez Dragó:

"Todo nómada necesita un campamento y todo campamento necesita una mujer".

PD: Michael, dale recuerdos a "El Rey".

lunes, 1 de junio de 2009

Cannes 2009 - 12+1 películas que resumen el festival


Cannes cierra un año más, pero esta edición del festival deja grandes piezas para el recuerdo. Películas que, seguramente, pasen inadvertidas una vez que se estrenen en España (si es que llegan a estrenarse). Me gustaría decir que estuve allí, pero lo que vais a leer es una mera traducción de un articulo aparecido en IndieWire, de alguien que si que estuvo en la ciudad. Son las 12+1 películas indispensables de Cannes.


Antichrist” de Lars von Trier
Cuando iba de camino al Palais para encontrarme con unos compañeros que salían de ver la ultima película de Von Trier me crucé con un jefe de distribución que también salia de verla. “¿Qué tal esta?” - pregunte, a lo que el contesto “Wow”. Mi siguiente pregunta era obvia, “¿Wow en plan bien o Wow en plan mal?” - “Simplemente Wow, es increíble”. Esto termino por despertar mi interés en la cinta. De hecho, anticristo demandaba atención de todo el mundo. La película tiene como protagonistas a Charlotte Gainsbourg (ganadora del premio a mejor actriz en Cannes) y Willem Dafoe, quienes se adentran a una cabaña en medio del bosque para tratar de reparar su matrimonio y sus corazones. Von Trier continuo la provocación en su rueda de prensa en el festival, donde llego a decir: “Soy el mejor director del mundo”. Al final IFC Films tiene planeado estrenar la película en Estados Unidos con el mismo (y extremadamente provocador) montaje con el que se estreno en Cannes.


A Prophet” de Jacques Audiard
Después de su estreno durante el primer fin de semana de Cannes, muchas apuestas señalaban la cinta de Audiard como la segunda palma de oro seguida para una película francesa (“La clase” había ganado el galardón el año pasado). Pero al final del certamen, “a prophet” termino con el segundo premio del jurado, el Grand Prix. La historia de gangters tiene lugar en una prisión francesa llena de enfrentamientos entre corsos y árabes. Rahim interpreta a Malik, un prisionero joven e ingenuo que se gana el favor del líder de los corsos y termina amasando cierto poder. Aunque no fue la gran ganadora del festival muchos espectadores la consideraron una obra maestra y consiguio recibir una gran cantidad de aplausos en la ultima proyección del día de premios, aun durando dos horas y media.


Dogtooth”, de Georgios Lanthimos

La película griega que ganó la sección “Un Certain Refard” y se gano los aplausos de todos los asistentes al festival que se atrevieron a salir de la sección oficial. Este drama es quizás una señal de advertencia para todos aquellos que creen en educar ellos mismos a sus hijos... La historia presenta a unos padres que mantienen aislados a sus hijos, bajo su única influencia, excepto por una empleada de su padre que acude a la casa para saciar las necesidades sexuales del hijo, hasta que un día la hija le da un regalo y le pide algo a cambio... O como Boyd van Hoeij escribió para su reseña en “Variety”: “Tres personas atrapadas en el universo alternativo dictado por sus padres”. Pensar en un eterno Gran Hermano, pero como si la casa la hubiese diseñado Lars von Trier.


Enter the Void”, de Gaspar Noe

Lars von Trier no fue el único cineasta de la competición en obtener un coro de aplausos y abucheos en el festival. Gaspar Noé consigo generar muchas conversaciones al rededor de su ultimo trabajo, en el que un hermano y una hermana llegan a Tokio. Oscar comienza a traficar con drogas y Linda se dedica al striptess en una discoteca. Al poco tiempo de empezar la cinta, uno de los protagonistas es disparado y la película toma un rumbo hacia el estudio de la muerte, siguiendo el espíritu del muerto, viendo flashbacks y memorias de una trágica vida; todo esto mientras volamos (como lo haría un fantasma) entre los rascacielos de Tokio, mostrando los dramas que la gente que es dejada atrás. La película muestra una contundente muestra de efectos digitales, bastante psicodelicos, y se basa en la música electrónica y los colores saturados para crear su ambiente. En conjunto, es una fascinante experiencia para ver en una pantalla de cine.

Go Get Some Rosemary”, de Josh & Benny Safdie
Una extraña película independiente firmada en América se colo en Cannes este año. “Go get some Rosemary” es la segunda participación consecutiva de los hermanos Safdie en el festival. El año pasado Josh mostró su “Pleasure of being robbed” durante la Quincena del Director y este año los dos hermanos fueron aclamados como “mascotas honorarias” de la seccion (y elogiados por Pere Olivere por recuperar el cine independiente norteamericano). Los espectadores de Cannes detestaron el titulo, pero como no se puede juzgar un libro por su tapa no debemos dejar pasar por alto esta nueva historia de la vida de los Safdies. “Go get some Rosemary” sigue a Lenny ( un maravilloso Ronnie Bronstein), un padre soltero que pasa solo dos semanas al año con sus hijos. Cuando veáis la película entenderéis por que incluso dos semanas pueden ser demasiadas.


I Killed My Mother”, de Xavier Dolan-Tadros

Un descubrimiento en Cannes. La opera prima de Xavier Bolan-Tadros (20 años) barrio en la Quincena del Director, consiguiendo cuatro premios. La historia (semi-autobiográfica) narra las vivencias de un joven homosexual en tensión con su madre.


Se que solo son 6, pero me reservo las otras para la siguiente entrada. Mientras tanto os dejo una pequeña recomendación musical: Danger Mouse and Sparklehorse - Dark Night of the Soul.

martes, 26 de mayo de 2009

Reestreno


Hacía tiempo que no me sentaba tan bien un cigarrillo. Terminó la película pero aún recordaba las palabras que aquel tipo le dijo al otro tipo: "ya nunca volverás a ser joven". Como en un partido de fútbol, en el que los dos rivales, se estudian, se miden, se respetan e, incluso, se sonríen descaradamente descargando la tensión de los primeros compases del juego. Sólo quince minutos de metraje y ya se lo habían cambiado todo. "El graduado", el segundo tipo que escuchaba al primer tipo, hablarle sobre algo que desconocía. Qué poco importaba como se llamara cualquiera.

Como decía, el cigarrillo se consumió. Voló y cayó donde tenía que caer, a donde la providencia lo dirigiera, eso ya, no era asunto mío. El caso es que seguía pensando sobre qué escribir. Sobré qué decir. O quizás simplemente me apetecía escribir algo que me apeteciera leer. Algo sobre algo. Me topé con el ordenador y de nuevo desempolvé la vieja carpeta de los clásicos. En honor a la verdad, diré que no era mi intención ver lo que vi. Y mucho menos descubrir lo que descubrí. Como ya viene siendo habitual, se ha perdido la vieja costumbre de mirar en la estantería los viejos VHS apilados, sin ningún tipo de orden, caóticos encuentros entre el que quiere mirar y quien desea ser visto. Así que, volviendo a la era moderna, donde todo se condensa en nada -apenas unos centímetros cuadrados de disco duro- entré en la carpeta de los clásicos. El orden, victorioso ante el caos, dividía los sueños de la A a la Z, sin ningún miramiento. "Alguien voló sobre el nido del cuco", se tornó como primera opción. Pero no estaba para manicomios. Necesitaba aún salir del mío propio. "Érase una vez américa", despertaba en mi cierto interés, pero no quería trasnochar de nuevo, esperando cuatro horas hasta los créditos finales. "Los pájaros","La ventana indiscreta", "Psicosis", "Vértigo"... que me perdone Alfredo en esta ocasión si no acudo hoy a su iglesia. Y cuando la Z llegaba, inexorablemente y a punto estaba de cerrar la ventana, desando los pasos y ahí está. "El graduado". La había obviado en un primer momento. E incluso cuando la volví a divisar, apunto estuve de regalarle la segunda espalda de la tarde, pero me dije, ¿por qué no?

No hizo falta rebobinar nada. Doble clic. He de decir que poseo el original. Pero la tenía prestada. Siempre he dicho que en casos de extrema urgencia, hay que tener copias de seguridad por si necesitara uno arreglarse el corazón o destrozárselo de una vez. Comienza la película. Plano secuencia. Aeropuerto. Simon y Garfunkel, Garfunkel y Simon si lo ordenara mi archivo, entonan el "Sound of silence", archiconocido himno de una generación que ya no es la nuestra. Dustin, a la derecha de pantalla. Es llevado, por una cinta transportadora, hacia un sitio, al que aparentemente no quiere volver. La fuerza del plano se lo lleva de una vez por todas. Ya está en casa. Graduado con honores en la facultad. Todos celebrando su futuro. La cámara se cierra sobre él, atrapándolo. Sin respiro. Sin ningún tipo de auxilio. Hasta que llega ella. La señora Robinson. Esposa del primer tipo al que nos referíamos, ahora sí, bien denominado señor Robinson. Hasta aquí todo bien.

Para los que no hayan visto la película, yo llegué unos 19 años tarde al estreno, les diré que en este inicio arrollador que propusoMike Nichols, su director, la señora Robinson hace todo lo posible por seducir al joven muchacho. Al inexperto Benjamin Braddock. El mismo inexperto que todos fuimos cuando, por primera vez, vimos algo desnudo ajeno a los reflejos del cristal.

Más tarde, cuando a Benjamin ya sólo lo llaman Ben, dispone en su haber de una mujer casada y de la hija de la misma, cuando el tabaco, el alcohol y el verano parece que no fueran a desaparecer jamás. Pero septiembre siempre espera a la vuelta de la esquina. Vuelven los días grises, las clases, las decepciones y los asuntos pendientes del curso anterior. Pero a eso a Ben le da bastante igual. Porque aún no sabe qué hacer con su vida. Sabe lo que quiere pero todo se ha marchitado. Ha elegido la juventud, la vida, la libertad, los ojos de la muchacha de Berkeley. La misma hija de la madre con la que pernoctaba en un cuarto de hotel. Sexo, sólo sexo, esgrime Benjamin, que ya no quiere llamarse Ben, a los cuatro vientos, los mismos que acarician el pelo de la joven que lo mira esperando un milagro.

Milagro que no sé si llegará a o no. Ya les dije que llego 19 años tarde al estreno disfrazado de Ben cuando siempre quise llamarme Benjamin.

26-V-2009
David Orea: A años luz de cualquier lugar.

lunes, 18 de mayo de 2009

"Te veré surfear de nuevo, con tu traje de sirena y tu tabla plateada"

lalala
Título: Iván Ferreiro. Foto: Fuente de los sufistas en La Coruña, extraida de http://picasaweb.google.com/

Escribe: Roberto (entrada 18 en el 18 de Mayo de 2009).

Todos hemos dicho alguna vez: “es que no estoy preparado para esto”, sin entender que la vida es un soldado que antes de preguntar dispara. Como esperando que las cosas antes de pasar nos llamaran a la puerta y nos permitieran observarlas por la mirilla y decidir si las abrimos o no. Sin querer comprender que la vida no nos permite vivir sin haber roto antes 4 ó 5 mapas.

La vida es como nuestro vecino de al lado, la mayoría el tiempo hace sus cosas y nos deja a nosotros tranquilos, pero a veces se planta en nuestra propia casa. Con suerte será una vecina guapa que nos pide sal, con mala pata será el pesado del B que nos advierte de que hay goteras.

Nadie está preparado para nada. No lo estaba Calamaro para ser un chico abandonado, ni Rick para volverse a encontrar con Irma en su bar de Casablanca. Pero Calamaro se quedó solo e Irma llegó…y se volvió a marchar.

Y a veces debemos dejar de pensar en la vida y vivir un poco. No pasarnos el día pensando en cómo era todo antes, si no en cómo puede ser ahora. Dejar de ser surfistas pensando en aquella ola que alguna vez cogimos pero que ya no va a volver. Dándole vueltas a la ola pasada, mientras las olas llegan y llegan a romper en la orilla. Sin ver que la espuma que ahora nos recorre los dedos ya no es la de aquella sino la de éstas. Y sin percatarse de que aunque cada ola es diferente, todas están hechas por el mismo agua y que, por lo tanto, la ola puede volver en cualquier momento, quizás con menos sal o con algas o con peces que antes no estaban, pero la ola volverá a la orilla como Irma vuelve al bar de Casablanca…para volverse a marchar.

Fuimos chicos fuertes. "Caminamos por colinas de cebollas y metal", pasamos arenas movedizas, "corrimos por Madrid detrás de algún balón", hicimos el amor en las aceras. Y lo seguimos siendo, más viejos ya, pero aún tan infinitamente jóvenes como para morir cada día y volver a nacer, con muchísimas más olas y algas y peces aún en nuestro futuro que en nuestra corta biografía marítima.

La mayoría de nuestros problemas tienen literatura. La mayoría del tiempo nos lo pasamos pensando en problemas hermosos y literarios. Una chica que se fue, un sueño que no salió del todo, un amigo que nos falló. Pero hay gente con problemas realmente serios y sin nada de literatura.

A nosotros también nos llegarán los problemas auténticos pero, de momento, todo va a ir bien (te lo prometo).

Es momento, por tanto, de que Sam la vuelva a tocar, de buscar nuevas colinas y nuevas arenas, de quitarte otra vez el tanga en una acera.

De volver a correr por Madrid. Esta vez el balón, lo pongo yo.

PD1: Un recuerdo para Antonio Vega y para Mario Benedetti, dos surfistas que hicieron literatura de problemas que en absoluto la tenían.
PD2: Para compensar lo poco que estoy hablando de cine últimamente, una recomendación: la filmografía de Wong Kar-Wai, emocionante, reflexivo y maravilloso director chino.
PD3: A quien le interese hay un reltillo que habla sobre estas cosas, de cómo un ratón busca un nuevo queso:

http://personal.telefonica.terra.es/web/ideasmuertas/relatos/donde%20est%E1%20mi%20queso.htm

jueves, 7 de mayo de 2009

El Desencanto - o la falta de originalidad para poner un titulo.

Hace tiempo que debería haber escrito en el blog, pero realmente no se me ocurría nada sobre lo que escribir. Tampoco es que ahora sepa muy bien hacia que tema me dirijo, pero la presión es excesiva, así que tomare la primera salida que encuentre.


Estos días son un poco deprimentes, no pasa nada y no parece que vaya a pasar mucho. Es duro levantarse todos los días sin tener un objetivo claro ni un sitio al que dirigirse. Dentro de lo malo, no es por que seamos unos ineptos, sino por que de donde no hay no se puede sacar. Somos más de cuatro millones (que se dice pronto) los que estamos así. Y que conste que esto no es una critica política ni nada por el estilo, ni voy a desvelar las soluciones de la famosa crisis. Esto es, ahora más que nunca, el espíritu del desencanto.


Quizás sea un buen momento para contar como surgió esta locura del blog (y el resto del desencanto) que algunos leen con cierta asiduidad, lo que no deja de sorprenderme. En estos meses mucha gente me ha preguntado por que meterse en una movida como esta, y especialmente en esta época en la que no hay trabajo. La respuesta es la propia pregunta, no había (ni hay) trabajo en “lo nuestro”, así que por que no agarrarse los machos y tratar de hacer cosas. Al menos siempre sera mejor que estar en casa mirando el techo y la ceniza acumulándose en el cenicero.


Pero siendo del todo sincero, en estos meses que llevamos tampoco ha ocurrido nada especialmente significativo. Tenemos material, tenemos ganas, ¡Incluso gente que nos pide cosas!, pero seguimos más o menos igual, desencantados.


Corrección: me acabo de dar cuenta que estoy hablando en plural sin contrastar mis fuentes (quizás valdría para periodista del corazón...) así que, hasta que se demuestre lo contrario, el único desencantado soy yo.


Pero en esta sucesión de días sin significado y demasiado similares entre ellos, algo mantiene la esperanza o, al menos, deja los muebles en su sitio. En este punto cada uno tiene sus preferencias, ya sea el fútbol, la música, la cerveza, el cine... o una combinación de todas. La mía es una mezcla extraña y variable, pero este fin de semana me sentí como antes de que el desencanto entrase a formar parte de mi, quizás fuese la cerveza, la música o el barullo de cuarenta mil personas moviéndose, pero mereció la pena.


Y ahora queda esperar a ver si pasa algo.


“Down In Albion”


pd. tanto tiempo para terminar escribiendo esta chorrada...

jueves, 23 de abril de 2009

Lost In Translation - V.O.S ó S.O.S


Todo comienza por el principio. Todo sucede, fluye, recorre, anda, camina, siente y sueña desde el punto de partida. Un taxi. A media noche. Una ciudad: Tokio. Un ciudadano americano en mitad de un circo desconocido, colorido, mecánico, poblado de hombres y mujeres, millones de costumbres, ajenas al protagonista, ajenas a occidente.

En el nido de rascacielos, en una de sus alturas, la más elevada, un hombre, está sentado sobre una cama en la que duda caber, vistiendo un extraño kimono verde y aislando sus pies de una fría moqueta con dos estúpidas babuchas blancas. Bob Harris, esa estrella del cine americano, acaba de aterrizar en Japón.

A sólo un par de muros de allí, Charlotte, una recien licenciada en filosofía, comparte las noches con su marido fotógrafo, del cual poco hay que destacar, salvo su profesionalidad detrás del obejtivo y su desastrosa manera de tratar todo lo demás.

Dos maneras. Dos mundos. Dos seres diferentes. Un ascensor y una barra de un bar. Cuatro whiskys y un gin tonic, diez cigarrillos, la ironía, el desconocimiento, la soledad y el inmsomnio unirán a estos antagonistas de ellos mismos. El maduro con alma de joven, la joven muchos años mayor de lo que pensaba, confluirán, vivirán, codo con codo, a muchas millas de cualquier cosa conocida.

Plano sobre plano, la directora, plasma magistralmente los momentos que envuelven esta relación tan atípica, producto de la raigambre tan alejada de los protagonistas. Buscando la verdad en todo lo desconocían.

Momentos de narración fílmica irrepetibles. Planos cargados de la nada en la que sucede todo. La vida pasa por el objetivo de Coppola, fugaz e irreparablemente con la nostalgía de estar viviendo en un sueño pasajero. Todo sucede tan léntamente deprisa que a uno no le da tiempo a despedirse de la persona que creía ser antes de visionar la película y saludar a la que se ha convertido cuando se baja el telón.

Cuando todo parece volver al principio, cuando el mismo coche abandona la jungla de cristal y el gris color de los anuncios publicitarios de las primeras horas del día, donde el neón deja de tener sentido, uno se da cuenta que ha dormido más de lo habitual, que en lo mejor del sueño, cuando a punto ha estado de comprender lo que tenían que decirle, se diluye y el negro de los créditos nos transporta de nuevo al punto de partida. Donde todo sucede. Todo fluye, recorre, anda, camina, siente y sueña.

David Orea
Lost in Madrid

miércoles, 15 de abril de 2009

Hotel Chevalier



Escribe: Roberto (en el día mundial de la mujer).

“La gente no madura, sólo pierde impulso”, decía Carlito Brigante en la película de Brian de Palma. Y de pronto uno crece y se da cuenta de que es verdad y de que nos cansamos y de que en estos días ya no queda impulso para nada.

Es evidente que el cine es un invento hecho por y para idiotas. Para todos aquellos imbéciles que estamos tan incómodos en la vida que pagamos lo que sea porque nos hagan otra. Para idiotas cobardes, sobre todo. Porque los idiotas valientes cogerán su jodido impulso y harán algo en su propia vida mientras los cobardes nos metemos en un cine.

Todos somos replicantes buscando un unicornio en la pantalla para que acto seguido pueda estar ya en nuestra memoria. Todos somos ciudades antiguas que necesitamos que llueva por tener una excusa para mirar arriba. Pero fuera de la sala ya nos hemos caído de demasiados caballos blancos y ya nos hemos mojado demasiadas veces.

Da igual las cartas que nos toquen que, como Eddie “Fast” Nelson en “El Buscavidas”, vamos a hacer lo imposible por perder la partida.

Volviendo una y otra vez a Montauk para, al final, regresar solos a casa cuando empieza a anochecer.

Parados en movimiento como los hermanos del “Darjeeling Limited”.

Encerrados para siempre en una habitación del Hotel Chevalier.


PD: Me quiero ir a Cuenca.

PD2: Qué mal juega el Madrid...

lunes, 30 de marzo de 2009

Historia de una Ciudad.


Esta historia comenzó hace algún tiempo, o quizás dentro de unos cuantos años, eso no importa realmente.


Una ciudad, vieja como la mayoría, aunque joven según el tiempo con el que ellas miden sus propios años, estaba perdiendo su corazón. Es un hecho comprobado que las ciudades tiene su propio ritmo interior y que existen en un plano que la gente no consigue comprender. Pero esta ciudad se estaba muriendo poco a poco.


Lentamente los habitantes de la urbe habían dejado de creen en la magia que esta tenia, y que la hacia sobrevivir. La ciudad había contraído una curiosa enfermedad, sus habitantes habían dejado de verla. No en el sentido físico de la palabra, sino que ya no se fijaban en lo que ella se esforzaba por ofrecerles. La gente que vivía en ella simplemente pasaba el tiempo de un lado para otro, pero sin contemplar la esencia de la ciudad. Y eso la estaba destruyendo.


Ella trato de despertarlos de una manera desesperada. Durante la noche, apartaba las nubes para que sus pequeños inquilinos pudiesen contemplar las estrellas, pero a ellos las estrellas no les interesaban y colocaron focos por toda la ciudad. La luz de estas falsas estrellas hizo palidecer el cielo, y durante la noche solo se veía una especie de niebla blanquecina formada por las gotas de lluvia al encontrarse con la luz de las farolas.


Pero la ciudad no se rindió, durante el día, cuando las luces de las farolas se apagaban, quiso mostrarles el cielo azul, postrar ante ellos el amanecer en todo su esplendor y el prometedor anochecer. Tampoco esto impresionó a los habitantes, que levantaron edificios tan altos que desde las calles apenas se veía una pequeña porción de cielo.


Poco a poco, la gente fue cayendo en una especie de letargo. Seguían funcionando, iban al trabajo, caminaban por sus aceras, vivían en la ciudad, pero no con ella. Como un rumor que no se sabe bien donde empieza, el hastío y la apatía se fueron propagando por la gente. Los habitantes habían perdido la capacidad de soñar. Ellos dormían como el resto del mundo, pero sus sueños eran negros, sin el menor rastro de felicidad. Ya nadie se saludaba, ni sonreían al cruzarse con otros, ni se dejaban sorprender por las pequeñas cosas que la ciudad les ofrecía. La ciudad seguía muriendo poco a poco.


Una noche, la ciudad junto todas sus fuerzas y creo un majestuoso río que cruzaba de un extremo a otro sus tierras. Era algo realmente hermoso, la luz del sol crearía destellos únicos en sus pequeñas corrientes. Y para hacerlo mas atractivo lo pobló de vida, pequeños peces de colores se movían graciosamente bajo sus aguas. Por la mañana la gente de la ciudad se despertó como habían hecho siempre, pero esta vez, la ciudad contenía el aliento, esperando la sorpresa que mostrarían al ver el río. Pero no fue así. El hastío que reinaba en la ciudad no permitía a sus habitantes creen en esas cosas y pronto racionalizaron la creación del río y asumieron que siempre había estado allí, simplemente no se habían fijado. Aquel día llovió intensamente, quizás por la llegada del invierno, o quizás no.


Tras el fracaso del río, a la ciudad no le quedaban muchas fuerzas. Así que replegó su espíritu hacia el interior y se quedo allí. En el centro de la ciudad. Contemplando los viejos edificios donde habían vivido, hacia ya mucho tiempo, personas que si sabían contemplar la ciudad. Y en esos pequeños rincones espera la llegada de algo que cambie las cosas, algo que vuelva a hacer a la gente soñar.


Sobrevive de la ilusión de unos pocos, que se descubren ante pequeños regalos que ella deja por donde pasa. Quizás algo tan pequeño como la hoja de un árbol cayendo en el momento preciso sobre el lugar indicado. O tal vez, apagando una farola para dar cierta privacidad a una joven pajera que pasea por sus calles desiertas mientras contemplan el río.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Una de marcianos



Cuando Philip. K. Dick. Escribió “sueñan los androides con ovejas eléctricas” o lo que no es lo mismo pero sigue siendo igual “Do Androids Dream of Electric Sheep?” Y lo que no dejó de ser distinto a todo lo demás, se convirtió en “Blade Runner”, abrió y cerró una de las páginas más memorables de la literatura de ciencia ficción. Así como una de las cintas más importantes del cine moderno. De la mano de Ridley Scott, toda esta ciencia se convirtió en ficción y toda esa ficción, se convirtió en una ciencia demasiado exacta como para no ser verdad. Dicho lo cual, volvamos al futuro viniendo del pasado. Comencemos en 1968, donde se creó la novela, basada en Los Ángeles de 1992. Para volver al 1982, en la misma Los Ángeles, esta vez, real, donde se estrena Blade Runner, basada en la ciudad que ya hemos mencionado, pero en el ficticio 2021. Y ahora, después de todo esto, sólo les recuerdo que 2009 sigue entre nosotros. ¿Ha cambiado algo desde aquello? Lo dudo. Las cabriolas, dirían algunos, no te sacarán del camino, sólo te harán tropezar y las hojas del calendario no saben de esperar. Así que, año arriba, año abajo, poco importa. Como tampoco importa, que varias generaciones le regalaran dos horas de su vida a una cinta de 35mm, a un video beta, a un VHS, a un Laser Disc o a un DVD. Una película, que con más de dieciocho años, aún no se ha ido de casa.

Pero hagamos un esfuerzo. Larguémonos del hogar. Y empecemos por el comienzo. Rick Deckar. Un Blade Runner retirado del servicio. Un policía de la vieja escuela que se ocupaba de sacar de la circulación a los androides que se revelaban contra la autoridad, más conocidos éstos, por replicantes. En un futuro incierto donde la tecnología genética evoluciona hacia los intereses humanos, el mundo se ve sumido en la necesidad de crear autómatas que se ocupen de los trabajos más pesados. Una generación de replicantes al servicio del hombre, facilitando así, una vida más tranquila y alejada de los trabajos forzados. La encargada de todos éstos procesos de fabricación es la Tyrell Corporation. Donde el propio Tyrell es el Dios de los androides.

Hasta aquí todo está claro. El mundo conocido ha cambiado, pero la condición humana continúa constante como viene siendo habitual desde el principio de los tiempos. Las máquinas como tales, son programadas para diversas funciones. Pero siempre han de vivir fieles y sumisas. Es en este momento cuando varios androides de la resistencia, toman conciencia de su propia vida. De su propia existencia. De su origen. Funciones, virtudes, defectos y manías impropias del género tan inverosímil hasta el momento al que pertenecían. Roy Batty, en opinión de un servidor, uno de los mejores villanos del cine, incia esa búsqueda vital tan antagónica a la mecánica y a los circuitos cerrados. Junto a sus compañeros, otro replicantes, que sólo buscan escapar de sus cadenas que irremisiblemente los unen a los humanos.

Teniendo ya el tablero de ajedrez, la ciudad de los Ángeles, las piezas blancas, nuestro Blade Runner y las fichas negras, Roy Batty y compañía, y un jaque sobre la mesa a blancas, en forma de asesinato a un miembro de la policía, sólo queda esperar el próximo turno. Bien podía haberse escogido otra denominación de colores para ámbas partes de la partida, si se me permite la redundancia, pero ¿acaso cambiaría en algo? Rey es Rey, y poco importa el color de su bandera. Y el nuestro, porque no nos dejan escoger, permanece impasible junto a sus dos torres.

Muy en la línea del cine negro y la acción, todo se resume en peones y caballos, alfiles y torres, rodeando el tablero, fuera de esos límites esperando una nueva jugada. Y a pocos turnos del jaque mate que termina con todo. Una dama, también replicante, acerca las posturas. Rick Deckar ya no lo tiene tan claro. Se ha enamorado de un enemigo feroz. Pero las guerras son imprevisibles. El Nexus-6, no es replicante sencillo. Hay sentimientos y esperanzas y las limitaciones de vida a cuatro años no parecen suficientes. Los recuerdos insertados, las vivencias de la infancia, los dolores y desasosiegos pasados, conforman algo hasta ahora poco común más allá del génesis humano. Huir o quedarse. Matar a la propia sangre quizás no sea tan buena idea aunque algunos lo llamen “retiro”. No quisiera yo fastidiarles el final que hace tantos años hizo iluminar una sala de cine mostrando las caras de un público atónito.

No dejen de proyectarse este clásico. No lo olviden. Siempre hay una carretera asfaltada aunque todos los vehículos vuelen. Y sino, aparece un ser extraño y te dice todo lo que no quieres oír pero necesitas saber: "Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?"

25 – III - 2009

David Orea: desde el espacio interior.

lunes, 23 de marzo de 2009

Clint y Estados Unidos frente al espejo


Escribe: Roberto.

Imaginaos al protagonista de "Por un puñado de dólares", o de "El bueno el feo y el malo", o de "La muerte tenía un precio"; o a Harry el Sucio, o a Munny, el pistolero de "Sin Perdón". A cualquiera de ellos o, mejor, a todos ellos que vienen a ser el mismo. Imaginaos a ese vaquero sanguinario y sin escrúpulos 40 años más tarde. Retirado en un barrio residencial de algún lugar de Estados Unidos que se ha llenado de inmigrantes. Habituado a la intolerancia, asediado por la mala salud, por la incomunicación con sus hijos y por la culpa.

Eso es Gran Torino. La redención de Clint Eastwood y de su papel fundamental en un cierto cine (norte) americano, violento y de valores primitivos. Y si casi podemos decir que el cine (norte)americano es (norte)América, Gran Torino es, por extensión, la redención de los Estados Unidos. La toma de conciencia de un país de que, como ya advertía Dylan hace años, los tiempos han cambiado. El anterior juego se ha agotado y los viejos jugadores deben dejar paso a los nuevos (también en el propio cine), aunque sean "amarillos", porque esos "amarillos" son los nuevos americanos.

Ir a ver Gran Torino es ir a ver el último acto heroico de Clint (de hecho es su última película como actor), su último afeitado con cuchilla, su última tentación. Pero de un Clint ya anciano y cercano a la muerte y, por lo tanto, cansado y con menos brío del habitual (de lo que adolece la narración), pero tremendamente sabio, profundo, inesperado y moral.

Ir a ver Gran Torino es ir a ver la situación de un país, mejor dicho, de un Imperio, en medio de un cambio radical. De un coche grande y viejo que necesita de un nuevo conductor, ya sea asiático (y ficticio), ya sea negro (y real), para salir de la oscuridad de un aparcamiento y volver al camino del mar y de la libertad.

En consecuencia, Gran Torino es la muestra de grandeza de un director de cine y de un país (que por algo es un Imperio) que tienen la valentía de reflexionar y de reconstruirse, de morir y de volver a nacer. De mirarse ante el espejo.

martes, 17 de marzo de 2009

La melodía de los sueños (o la música en el cine)


No hay duda que la música forma una parte vital en toda película. Ya sea simplemente resaltando una emoción (como podría ser el caso de la música de tensión en una cinta de terror) o formando parte de la propia historia.

Es el segundo caso el mas interesante de todos. En muchas películas la banda sonora es tan poderosa que se cuela en la propia narración y deja de ser una herramienta para convertirse en parte integrante de la trama. Esto no es nada nuevo, pero queda patente en la reciente película "Valkyria". En ella la archiconocida Cabalgata de las Valquirias de Wagner sirve en parte como suceso desencadenante de una gran parte de la trama.

Otro ejemplo, mucho mas firme y menos manido (admitámoslo, la Cabalgata esta ya muy usada en el cine) es la música de la película C.R.A.Z.Y.. Aparte de la espectacular selección musical, la película narra una historia que sin tener nada que ver con la música, se liga a ella para mostrar lo que sucede. Suena más lioso de lo que es en realidad. La película cuenta la vida de un chico nacido en 1960 (el 25 de diciembre, para más señas), es decir, cuenta toda la década de los 60 y los 70, pero sin necesidad de mostrar en imágenes nada que no sea la vida de esta familia. Lo que realmente nos sitúa en la forma de vida y los usos de aquella época es la brillante banda sonora, que cuenta con canciones de David Bowie, Rolling Stones o Pink Floyd entre otros. Pero estas melodías no son anecdóticas, sino que juegan un papel importante en la trama.

Pero claro, no se puede hablar de cine sin mencionar a los grandes. Y, aquí, volvemos al principio de la entrada. A la Cabalgata de las Valquirias, que aparece en dos películas de forma muy similar. Tanto en "El Nacimiento de una Nación" como en "Apocalipsis Now" la cabalgata marca la entrada para los salvadores. Por último mencionar el caso de una película en la que se selecciona una música clásica y se le quita todos los matices y emociones anteriores, para crear con ella una escena sorprendente, pero a la vez magistral: es el caso de "La Naranja Mecánica" de Kubrick, y la famosa escena en la que suena la opertura de Guillermo Tell.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Sobre tuertitos, bizcos y miopes.



Dicen que aquellos que son tuertos en el país de los ciegos, son los reyes absolutos. Algunos comentarán que un miope puede ser consejero, un daltónico caballero encargado de la infantería o un bizquito bufón de la corte real. Sin querer hablar de hipermétropes, conjuntivados, orzuelados, presbiciados, cataratados y ambipliados. Para esta última consúltese el término ojo vago. Y es que como diría Machado, “El ojo que tú ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque él te ve”. Por eso algo así planteó Saramago hará unos doce años, ¿Qué pasaría si en un mundo de ciegos, alguien viera todo lo que está sucediendo? ¿Qué sucedería si ese bíclope tan normal, se convirtiera, por obra y gracia de algún fenómeno extraño, en algo extraordinario? ¿Qué ocurriría si la más absoluta cotidianeidad se transformara en una reflexión a corazón abierto sobre la condición humana? Todo ello, tiene nombre y apellidos. “Ensayo sobre la ceguera”, José Saramago. Bienvenidos al reino, pasen y vean. Ciegos no pagan, tuertos: media entrada.

Nosotros, la inmensa mayoría, con respecto a esa inmensa minoría, pagaremos el peaje, para ponernos en lugar de ese Rey. Curiosamente (y no me malinterpreten) encarnado en la piel de una mujer, de cuyo nombre, no es que no quisiera acordarme, es que carece de importancia. Así lo reflejó el autor portugués en la obra. Ningún nombre. Sólo rasgos característicos tan identificativos que no es necesario saber mucho más de aquellos que intentan sobrevivir a la epidemia de “la ceguera blanca”. Una ciudad, tan anónima como el viento, contempla atónita la situación. Unas autoridades preocupadas por el contagio, agrupando a los enfermos. Dos pupilas, testigo de aquello, relatan con intensidad los sucesos y una condición humana, como motor de la obra, que precipita los acontecimientos.

Así transcurre la obra literaria, viviendo entre los márgenes de un papel. Hasta que Fernando Meirelles pensó que aquello cabría en 35mm. Y así fue. Y así es. Y así será. Al menos en las pantallas españolas. Desde su estreno en el Festival de Cannes en 2008, la película se ha ido estrenando en diversos países latinoamericanos y en el vecino peninsular. Es el momento de testar la cinta en las salas españolas. “A ciegas”, es el viaje que propone el director brasileño al interior del hipotético saramaraguiano. El estreno se hará efectivo el próximo 13 de marzo en los cines más selectos. En palabras de Meirelles: "Tengo la impresión de que A ciegas va a ir muy bien en España, como fue muy bien en Portugal, Brasil y México. Fue fatal en Estados Unidos, pero es porque creo que los países latinos entienden mejor esta película”.

¿Qué sucederá esta vez, tendrá acogida la película o pasará sin pena ni gloria?

Aún no podemos aventurar nada al respecto. No podemos asegurar el éxito o el fracaso. Pero, háganse caso de vez en cuando, y prueben a mirar, aunque sea una vez más por la ventana, si no ven nada no se apuren, alguien los estará observando


4- III- 2009
David Orea: miope consagrado.

lunes, 23 de febrero de 2009

El Corazón de Mickey



Escribe: Roberto (perdón por el retraso).

No puede ser. Todo iba bien. Era un buen finde. El Desencanto encendía motores. Los Sotillo ganábamos 3-2 en un partido bonito. Después disfruté del sol, la cerveza y los amigos. El Madrid daba un paso más para agrandar su leyenda, apareciendo en la calma del barsa como el maldito invitado que se cuela en todas sus fiestas. Por otro lado, a mí móvil llegaba un mensaje que me daba esperanzas de asistir a la única fiesta que yo espero. El domingo se fue agradable con el carrusel (sí, a estas alturas ya habréis adivinado que me gusta más el fútbol que la vida, como dice Ray). Por la noche Los Oscar y el primero para nuestra Penélope. Perfecto. Y me dormí. Al día siguiente madrugaba y me conformé con ver esta noche un resumen de la gala. Y al día siguiente madrugué. Me levanté. Di todo por sentado. Me equivoqué. Cogí el coche tranquilo, seguro de que todo habría salido bien, me puse las gafas de sol, encendí un cigarrillo, y arranqué el motor...Me puse a pensar en las últimas películas que había visto últimamente...

NOMINADAS

SLUMDOG MILLONAIRE , EL LECTOR, EL CURIOSO CASO DE BENJAMIN BUTTON

Yo soy de Button. Me fascina esta película. Puedo entender algún contra que le pone alguno, pero ni mucho menos puedo admitir que la tachen de tramposa o de falta de lógica interna. Me parece una película que aprovecha una buena historia para hablar con profundidad sobre el paso del tiempo y, especialmente, sobre la muerte y sobre la adecuación al cambio. En esto último reside para mí la clave de la cinta. De hecho, aunque pueda parecer que en la parte final falte un poco de dramatismo, es precisamente por la lógica del relato. Benjamin es un hombre que ha aprendido a afrontar los cambios de la vida. Me parece, como digo, una película divertida, profunda y emocionante.

El lector me parece una buena película. Toca temas interesantes de manera compleja y llega a emocionar a pesar de pecar de algo de frialdad. Crea polémica porque no recurre a tópicos y porque su historia sobre la culpa y la verguenza da que pensar. Por supuesto, suscribo lo dicho por todos acerca de la maravillosa Kate Winslet. Aún con todo, no acaba de fulminar, y se queda a un par de puntos de ser una película "mayor".

Lo diré desde el principio: no me gusta "Slumdog Millionaire". Evidentemente no me parece mala película, pero si atendemos a ella como posible mejor película del año o como verdadera obra maestra creo que no hay por donde cogerla. Me parece una película vacía, que intenta tratar muchos temas pero todos ellos desde el tópico y la superficialidad. Te lleva a gusto en su ruídoso y colorido tren pero no apunta ni a la cabeza ni al corazón, tan sólo a la visión.

LA DUDA

Tampoco me gustó esta. Al igual que "Slumdog..." (aunque de maneras totalmente distintas) es una película que se ve bien y que tiene cosas, como mínimo, apreciables. Ahora bien, creo que es una peli bastante hueca, con unos personajes de los que sólo vemos sus reflejos ya que nunca entramos del todo en ellos; y una cinta tramposa ya que crea "la duda" en el espectador a través de la falta de respuestas no de la complejidad de ellas (al contrario de lo que ocurre en El Lector). Por cierto: sobreactuada y recargada Meryl Streep.

OLVIDADAS

También me gustaría decir que las siguientes películas me parece que fueron injustamente maltratadas (o directamente olvidadas) en los premios de anoche:

WALL-E, MY BLUEBERRY NIGHTS, ANTES QUE EL DIABLO SEPA QUE HAS MUERTO, REVOLUTIONAY ROAD, EL CABALLERO OSCURO.

Todas ellas me parece que están al nivel de Slumdog...cuando no por encima.

DESFASADAS

También me gustaría decir que vi LOS FALSIFICADORES que no la había visto y me pareció una buena película.

Y de repente una noticia de la radio me sacó de mi análisis y me devolvío a la realidad. Sean Penn había ganado el Oscar a mejor actor. No podía ser. Di todo por sentado. Me equivoqué. Y ya no pude quitarme una pregunta de la cabeza: ¿Cómo estará el corazón roto de Mickey?

PD1: Como ya sabréis todos a estas alturas, "Slumdog..."fue la vencedora de la noche, pasando así, a engrosar la lista de películas ganadoras menores que todo el mundo olvidará en un par de meses.

PD2: ¡Enhorabuena Pé!