lunes, 26 de enero de 2009

La alquimia de los sueños - "Un perro andaluz"


...Si existe un placer
es el de hacer el amor
el cuerpo rodeado de cuerdas
y los ojos cerrados por navajas de afeitar...

- Benjamin Péret -

Con estos versos comenzamos un viaje. No nos vamos fuera, sino que nos quedamos aún más adentro. Recordando la primera escena de aquel cortometraje de 1929 de Luis Buñuel y Salvador Dalí: “Un perro andaluz”. En los primeros compases, adivinamos a un joven Buñuel seccionando el ojo a una joven dama con una navaja de afeitar. Nadie comprendería lo que sucedería después. Surrealismo confrontando con el propio surrealismo. Una serie de sueños encadenados y atrapados en un mismo sueño. Y uno de los mayores ejemplos de la inmersión del espectador en cualquier tipo de reproducción cinematográfica. Sólo es necesario un "simple" plano. Y ahí reside toda la mágia del director y el guionista. Y es lo que se consigue en éste añejo ejemplo de cine con mayúsculas. Como el mismo explicó:

“…para sumergir al espectador en un estado que permitiese la libre asociación de ideas era necesario producirle un choque traumático en el mismo comienzo del filme; por eso lo empezamos con el plano del ojo seccionado, muy eficaz.”

Y es éste el puro lenguaje cinematográfico. El del principio, el que nos atrapa desde el primer fotograma y nos sitúa, como el propio Umberto Eco afirma en el “mundo imaginario” tan creíble de ésta ficción muy parecida a tantos sueños. Y es que lo que nos proponen Dalí y Buñuel es la ruptura de los sentidos físicos con el mundo real y la puesta en marcha de un análisis de nuestro mundo interior. Sin más herramientas que la propia imaginación y la quintaesencia de los sueños viajamos a lo más profundo del ser humano, representado ésta vez, por la protagonista. Una mujer joven que se enfrenta en sus sueños a muchos de los problemas y tabúes de la época. En ese mismo viaje existe una dicotomía hombre-mujer. Se enfrentan dos maneras de entender el mundo, dos visiones encontradas en un único carácter, el sexual.

Si nos planteáramos buscarle un significado a todo esto quizás obviaríamos lo mágico del desconcierto. La lógica no es motivo de gobierno de los pensamientos más instintivos. Hablamos del hombre en tanto como es hombre y no como ser social instaurado y maniatado a las costumbres y usos. Dejando la urbanidad para lo mundano, ello nos propone un mundo de caos continúo y de enfrentamientos contra el mismo “yo” primitivo que nos acompaña durante todo la existencia. Es por tanto acertado el uso de las elipsis temporales del corto. En 17 minutos, se condensan en tiempos parecidos espacios de tiempo tremendamente dispares. “Ocho años después”, “dieciséis años antes” “tres horas después”, “una primavera”… Disparidades que en los sueños son de un modo comunes y normales.

Además de la parte mejor llamada de desarrollo psicológico del corto, también se encuentra la parte técnica del mismo. Ni qué decir tiene que 70 años después de la grabación, sigue guardando cierto vanguardismo. Ésta obra de arte, supuso la ópera prima de uno de los mejores directores, no sólo a nivel nacional, sino a nivel mundial que se recuerdan en la historia del celuloide. Grandes planos se recuerdan por su fuerza audiovisual: El ya mencionado y archiconocido plano de la sección del ojo con la navaja de afeitar muy bien apoyada con el fundido que hace con la luna llena y las nubes. Además de éste, también muy conocido el plano en el que el hombre corre hacia la mujer pero le impiden avanzar dos curas maristas y dos pianos aplastados por un burro muerto atados a dos cuerdas que sostienen en su espalda. Ámbos de los hablados, por poner unos ejemplos, son sueños reconocidos de los propios autores de la obra.

En definitiva se trata de una obra audiovisual, que rompió en su época con muchos cánones establecidos por el cine más purista. Supuso el paso definitivo para considerar A Buñuel y Dalí máximos exponentes del surrealismo de nuestro país. Fue el inicio de dos grandes artistas españoles que, aún teniendo un sueño, despertaron para volver a soñar.

26 - I - 2009

David, desintegrante de El Desencanto.

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