lunes, 27 de julio de 2009

Nueva York para ignorantes




Cuando piensan que eres idiota todo es más sencillo. Es decir, nadie piensa que te estás equivocando, simplemente piensan que eres un idiota. Nada más. Ayer me tocó ser un poco más idiota de lo normal y mi problema no es que nadie pensara por mí y me dijera: "¡eh, chaval! eres un idiota". No, no tiene mucho que ver con terceras personas. Está más cerca de los séptimos. De esa escala que establece un orden ordinal a cualquier tipo de manifestación artística digna de ser ordinalizada. Del siete. No de esos que silban en las ventas si la faena no ha ido como debiera, no, de eso que llaman cine.

16:27 horas de la tarde. Domingo. El sol quema y mucho. Bares que no cierran y cafés ardiendo sobre la barra. Camareros poco habituales que dejan paso al descanso estival de quien, casi durante todo un año, ha compartido la costumbre a la no queremos faltar y la que muy pocas veces suele renunciar a ti. Un café. Da igual que ardan los coches y las fuentes se abarroten de niños comiendo helados que sueñan con cubos y palas llenas de arena. El café siempre te espera. O casi siempre. Dos colegas. Que últimamente, por circunstancias, han fallado a la costumbre (o puede que sea yo) se apuntan a meterse en una apacible sala de cine para pasar la tarde. Quizás la costumbre haya cambiado de barman.

18:15 horas. Minuto 0. Trailers: "Resacón en las Vegas", nos promete las mujeres más deseadas del mundo; el vicio, el deseo, la acción y la aventura. Acto seguido, "Gordos" una película de Daniel Sánchez Arévalo, nos manda de nuevo al barrio. 12.000 kilómetros en medio segundo. Maldecimos a la industria y a las chicas de autostop en camiseta por no dejar ni que adivináramos un trocito de ombligo. Créditos iniciales. "Nueva York para principiantes".

19:55 horas. Créditos finales. De vuelta al bar. A otro bar. Es aún de día. Sigue siendo domingo. Pero soy otra persona. El camarero amablemente me sirve un refresco y charla amigablemente conmigo: "¿Qué tal la película?". Sorbo el refresco pacientemente, paladeo el sabor dulce y el regusto amargo queda en mi garganta. Sacó un cigarrillo. Lo enciendo. Le miro. Me mira. Muevo la cabeza de un lado a otro. Y le digo: "¿Jugamos una diana?", él me responde que sí. Me gana. Le gano. Empatamos. Hay quien sólo gana una sola vez y no le sirve para nada. Me voy del bar.

Cuando llego a casa. No hay nadie. La televisión encendida y poco más. Quedan dos horas para que al menos el fútbol arregle este tedioso domingo. Otro empate. Las estrellas, se estrellan y los de siempre son los de siempre. Y marcan pero empatan. Y empatan pero, de nuevo, sabe a derrota.

Sin cigarrillos. Con el reloj en equilibrio y luchando contra la gravedad para apuntar al número más alto, y las ganas perdidas en el primer sorbo de café, me meto en la cama y cierro los ojos.

0:00 - 7:35. "hoy me soñé al despertar que te follaba sin parar" pero, a alguien se le ha olvidado llamarme idiota...

27 - VII - 2009
David Orea : ¿Qué hora es?